Pues sí. Al final di el paso y desde hace unos días somos una más en casa.
Como todo en la vida, los primero días de algo nuevo son una odisea y tener una gatita cachorro no ha sido para menos.
¿Quieres conocer más sobre Blue? En este post cuento un poco más de esta pequeña terremoto.
Pero empecemos por el principio.
Hace 4 años fue la primera vez que por mi cabeza pasó el adoptar un gato. Estaba en Facebook y de repente, una protectora buscaba familia para una gata blanca de unos 5 años que me enamoró. El caso es que llamé y ya era tarde. Estaba adoptada.
Y como buena creyente en el destino, no busqué la posibilidad de adoptar otro gato porque creo que las cosas tienen que llegar a mí en forma de corazonada.
El caso es que desde entonces me había quedado con esa espinita de saber lo que era compartir la vida con un gato y hace unos meses, justo después del confinamiento, me levanté y dije ¡ahora es el momento!
Imagino que aquella situación me dio por pensar mucho y al ser 3 meses en los que Blondi y yo estuvimos solas en casa, a veces me venía el pensamiento de «estaría guay ser una más». Todo ello unido a que un amigo me mandaba memes de gatos creo que también influyó.
Entonces empezó lo más complicado ¿dónde adopto un gato? ¿con qué edad? ¿hembra o macho? ¿se llevará bien con Blondi?
Todas las recomendaciones de cuando realicé el curso en Etología Canina apuntaban a que que los procesos de adaptación son más fáciles cuando lo hacemos con cachorros.

Cuando adopté a Blondi ya tuve muchos problemas porque venía con muchísimos miedos a personas, animales y objetos que me ha costado años de trabajo juntas y lo que menos quería era que introducir un gato adulto pudiese llevarla a situaciones de estrés. Definitivamente no podía permitirme verla sufrir después de haber conseguido un gran equilibrio en su vida diaria.
Quería y deseaba con todas mis fuerzas que ambas se adaptaran lo más fácilmente posible.
Así que estaba decidido. Quería un gato joven o cachorro y tener más posibilidades de éxito.

Busqué, llamé y escribí a unas 20 protectoras hasta que encontré a Blue. Una gatita que buscaba una familia y que por lo que me decía la chica que la tenía en su casa era muy traviesa.
Y era verdad. Lo primero que hizo al entrar en el coche cuando fui a por ella, fue abrir la puerta del transportín y ponerse a maullar hasta que la cogí en brazos y se durmió.
Para mí, Blue tiene una personalidad increíble. Se ha hecho entender desde el minuto 1. Si quiere comer va a la cocina y maulla a la nevera. Si quiere hacer pis o caca hace un maullido largo para que la lleves al arenero. Si se va a dormir, automáticamente se sube al cuello y ronronea sin parar.

Es hipermegacariñosa y un poco rebelde pero es increíble como en tan poco tiempo se ha adaptado a nuestra familia y ¡no me imagino la casa sin ella! Por no hablar de lo que quiere a Blondi y del vínculo que han hecho que me tiene totalmente in love.
Así que no te pierdas de cerca nuestras aventuras en Instagram, Facebook y TikTok cómo hemos logrado hacer que la presentación entre un perro y un gato haya sido la correcta.