El día que me convertí en rescatadora acuática

Hoy vengo a contaros una de las anécdotas más divertidas que me han pasado con Blondi.

Os cuento, todo comenzó una noche de verano cuando quedé con los mejores amigos de Blondi y sus respectivas mamás perrunas para ir a cenar y dar una vuelta. Para ello elegimos un lugar en el que admiten animales en su restaurante (La Suite del Lago en Pinto) y que está dentro de un parque público por lo que es perfecto para nosotras ya que solemos dejarlos sueltos tanto antes de ir a cenar como después.

La cena estuvo muy bien, y ellos como siempre ¡a su rollo!  Walas queriendo picar algo de nuestra comida y Atena y Blondi haciendo la croqueta por debajo de la mesa.Después de cenar los volvimos a soltar por el parque para que corrieran y jugaran, de hecho está permitido que vayan sueltos a partir de las 20.00h todo un detalle que desde aquí reclamo para que esta normativa se extienda hacia el resto de ciudades españolas.

El caso es que están acostumbrados a ir por allí porque hemos ido con ellos en otras ocasiones pero esta vez Atena y Blondi decidieron emprender una aventura nueva y ver qué pasaba si iban por el borde del lago, como si tuvieran complejo de gato. Lo que ocurrió después os lo podéis imaginar: de repente sonó como una de ellas cayó al agua y al asomarnos Blondi se encontraba nadando por allí.

Le encanta el agua, sin embargo, lo que menos esperábamos en aquel momento es que con la altura que había se tirara al agua, de hecho, creemos no lo hizo, sino que se chocaron entre ellas y al perder el equilibrio se cayó.

El caso es que inmediatamente empezamos a llamarla para que se acercara al borde y poder sacarla pero ella se puso nerviosa, no veía ninguna salida a su alrededor y nadaba en círculos continuamente; así que me tocó tirarme a rescatarla.

Pues sí, directa al agua patos que fuí. El agua estaba fresquita, menos mal que era verano, aunque lo que no me gustó tanto fue la sensación de pisar unos 10 centímetros de paja, flores y a saber qué más cosas se ocultaban en esas profundidades.

En seguida cogí a Blondi y la sacamos de allí, pero ahora teníamos otro problema. A mí el agua me cubría hasta los hombros, había medio metro de altura desde el borde hasta donde yo estaba y entre las risas de lo que había sucedido de verme yo en el estanque sin poder salir, mis amigas no podían conmigo. La gente que pasaba, miraban a Blondi completamente empapada y a mí dentro del gran lago sin poder salir.

Finalmente y después de varios intentos fallidos consiguieron sacarme y éste fue el resultado:

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Y así fué como me convertí por un rato en rescatadora acuática, y es que con ellos nunca sabes la próxima trastada que van a hacer.

Tengo que decir que hacía tiempo que no me reía tanto y con cosas como éstas ellos nos acercan más a un mundo lleno de magia, alegría y diversión que tanta falta hace.

Ahora es vuestro turno ¿qué cosas os han pasado graciosas con vuestros amigos de cuatro patas?

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