Pues la historia continúa cuando llegamos a Bilbao un 21 de diciembre dispuestos a adoptar a Blondi y traérnosla a casa. Esa noche dormimos en un hotel a las afueras y nos despertamos muy temprano de los nervios a pesar de que no habíamos quedado con mi amiga hasta por la tarde.
Recuerdo perfectamente ese día que estaba un poco nublado y con humedad en el que no parábamos de hablar continuamente sobre cómo sería. Además fotos como ésta que nos había enviado semanas antes hacían que la incertidumbre fuera máxima.
Pues bien, una vez que llegamos a Galdakao comimos en un restaurante de ambiente pirata, compramos un décimo de lotería y al fin ¡llegó el momento!
Quedamos en un parque en el que había algunas cuestas y según íbamos subiendo veíamos a dos pequeñas correteando y oliendolo todo (una imagen que no olvidaré nunca). Era la primera vez que pisaban la calle y estaban entusiasmadas.
Pues sí, hablo en plural porque ahora llega la sorpresa: no sólo nos trajimos a Blondi sino también a Senda, una de sus hermanas.
En la camada fueron 9, uno de ellos a los pocos días no consiguió sobrevivir y sólo había 3 hembras y dos de ellas se vinieron con nosotros 🙂
Senda también cayó en buenas manos ya que se quedó con la familia de mi pareja que la adoran y son unos apasionados de los animales. Más adelante os contaré todo sobre ella.
Volviendo a ese momento tan especial lo primero que me sorprendió fue que Blondi tenía una de sus orejas muy dobladas, y la verdad, a veces me daban ganas de tocársela y colocársela pero era normal ya que a los pastores alemanes tardan unos meses en que se les suban.
Así que después de agradecerles todo lo que habían hecho por ellas esos meses cuidándolas, vacunándolas… nos las llevamos a las dos rumbo a Madrid.
Al principio teníamos miedo porque no sabíamos cómo iban a hacer el viaje en coche pero lo cierto es que se acurrucaron una junto a la otra y, mientras que Senda no paraba de chuparme la mano, Blondi me miraba de reojo con un poco de desconfianza. Tiempo después nos daríamos cuenta que ya desde pequeña su carácter era miedoso.
Después de 4 horas llegamos primero a casa de la familia de Sergio (mi novio) para presentárselas ya que para que el cambio no fuera muy brusco para ellas, decidimos que estuvieran las dos juntas con nosotros en casa unas 2 semanas.
Era inevitable que estuvieran asustadas con tanta gente haciéndoles caricias y pendientes de ellas, tenían 2 meses y medio, vivían en el campo entre animales y de repente se vieron en entorno muy diferente.
Esa noche, las dejamos en una caseta que tenemos en el jardín aunque lo cierto es que tampoco pegamos mucho ojo ya que nos asomábamos por la ventana para ver si las veíamos que hacían. Pocos días después ya estaban dentro de casa y se la conocían como si nunca hubieran salido de allí (y yo pensando que eran de campo).
Es curioso porque ese día cambiaron muchas cosas, comenzamos además una nueva etapa los tres juntos ya que nos fuimos a vivir el mismo día que vino ella a casa, por lo que no conocemos cómo es estar sin ella.
Senda lógicamente se fue más tarde con su familia aunque tengo que admitir que fueron 15 días de locura, de mordisquitos y de risas. En otro post, os contaré como fue su separación.